El Día Internacional de la Mujer Trabajadora resulta una excusa para repensar el rol de las mujeres y diversidades en la sociedad. Las cifras en el sector tecnológico y cooperativo son alarmantes y muestran que aún cuando las cooperativas  proponemos un sistema de organización democrático seguimos reproduciendo una lógica social patriarcal.

“El relevamiento más actualizado sobre la participación de las mujeres en las cooperativas, deriva del trabajo realizado por Dicapua y Perbellini (2019) y  cuenta que las mujeres y diversidades son minorías en los puestos de toma de decisión: el 10% de quienes alcanzan la presidencia son mujeres, y en  la gerencia, cargos institucionales o de vinculación se mantiene esta desigualdad. Además, sólo el 8% de cargos en las comisiones directivas están cubiertos por mujeres.” (Gobierno y participación en las organizaciones de la economía social, solidaria y popular. Nada de nosotras sin nosotras. Es con nosotras.Violeta Boronat Pont y Valeria Mutuberría Lazarini). Las cifras del sector tecnológico no son muy diferentes a las del sector cooperativo, según una investigación llevada a cabo por Chicas en tecnología, en Argentina, “las carreras de CTIM (Ciencia, Tecnología, Informática y Matemática), cuentan solo con un 33% de inscripciones de mujeres, y en carreras vinculadas a programación, el número se reduce a 16%”. Además Club de Chicas en programación destaca que, según un reporte de la CESSI (Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos de Argentina), cada año hay unos 5000 puestos de trabajo que no se llenan en la Industria del Software por falta de profesionales. 

Ahora bien, ¿Qué hacemos  las cooperativas para cambiar la lógica de desigualdad que impera en la sociedad? ¿de qué manera aportamos a generar espacios de trabajo más amenos e inclusivos? ¿Cuáles son los desafíos que tenemos como sector cooperativo-tecnológico? 

Desde FACTTIC relevamos las experiencias de algunas compañeras que forman parte de las cooperativas que integran la Federación y les preguntamos sobre sus vivencias en el mundo del trabajo en relación de dependencia, sobre los obstáculos que atravesaron por ser mujeres y las potencialidades y desafíos que tenemos como sector cooperativo-tecnológico. 

Cuando hablamos de obstáculos en el mundo laboral en relación de dependencia las respuestas tienden a ser similares: desigualdad, falta de credibilidad, acoso, diferencia de salarios,  voces que no se escuchan o se anulan,  comentarios y  chistes sexuales desafortunados e incómodos. Además, las compañeras de cooperativa Cambá aportan su mirada y experiencia sobre el rubro tecnológico: “La historia de las mujeres e identidades diversas que habitamos el sector de la industria tecnológica, está marcada por la deserción y la ausencia de compañeras y compañeres, de sus voces, sus códigos, sostén e ideas. Habernos sumergido en el rubro, significa haber atravesado en primera instancia las barreras impuestas por estereotipos que nos alejaban de la técnica que hoy aplicamos y transformamos, que elegimos más allá de lo que nos correspondía de acuerdo a un proceso de exclusión histórico y sistemático. En Argentina hacia los años ‘70 las mujeres conformaron el 75% de lxs estudiantes en las carreras de Informática. Sin embargo, en 2013 la proporción se redujo hasta un 18%. Después de algunos años trabajando en la industria, continuamos corroborando y sintiendo la normalización de esta falta, lo que se plasma, además, con la convivencia de prácticas que la perpetúan.”

Si bien sabemos que el cooperativismo reproduce las lógicas sociales patriarcales también consideramos que por los valores que promueve tiene que ser ejemplo y  medio para generar un cambio. Dalma Borda de Eryx nos cuenta que dentro de la cooperativa pudo expresar sus inquietudes y que sean escuchadas.  Además, Maia Numerosky, también de Eryx, afirma: “Cuando entré a la coope era junior, sabía muy poco de programación porque estudié matemática; y más allá de eso la coope valoró mis capacidades técnicas y humanas. A partir de eso fue que pude aprender un montón y arrancar mi carrera profesional en el mundo de la tecnología. Además, mis compas de Eryx siempre fueron muy receptives a todas las sugerencias y mejoras que traía a la coope. En ese sentido creo que me potenció como mujer trabajadora.” Las compañeras de Cambá también aportan su reflexión: “La estructura organizativa de las cooperativas, enfocada en la horizontalidad, la participación democrática y la toma de decisiones colectivas, así como en la construcción de un tejido social comprometido con las comunidades que habitamos, habilita que surjan cuestionamientos y propuestas encaminadas a generar espacios de debate y transformación en los que replantearnos nuestra praxis y los sentidos que envuelven nuestra vincularidad. Espacios que superan los límites de lo que las empresas de capital permiten cocrear, y pueden ser la semilla que nos permita el encuentro y el despojo de prácticas patriarcales funcionales a los sistemas que queremos transformar. ”

Ser parte del mundo cooperativo tecnológico nos invita a pensar las herramientas y los desafíos que tenemos en nuestro sector: “Contamos con la organización colectiva para abordar esta problemática que atraviesa el espectro total de nuestras vidas, y en ese sentido, creemos que resulta fundamental la formalización de espacios de acción y reflexión sobre géneros en conjunto. Faltan datos, historias y registros con perspectiva de género en nuestro rubro. Nunca nada es tan visible como cuando no está. Eso nos habla de que hay mucho camino que transitar. Es necesario nutrirnos de lo que las distintas olas feministas nos han dejado en torno a los sistemas de opresión: necesitamos tecnologías para transformarlas y no para perpetuarlas, y espacios de trabajo donde nuestras identidades diversas puedan desplegarse. Es menester tejer sentidos en comunidad para que otro tipo de tecnología no extractivista -de nuestras vidas, cuerpos, datos, de los ecosistemas que habitamos- y no excluyente -de la naturaleza, las mujeres, y todos los grupos que están fuera de las formas hegemónicas, a sus saberes, sus experiencias y valores- sea posible. Poner en evidencia lo que estaba invisible e invisibilizado.” reflexionan las compañeras de Cambá y Maia de Eryx aporta:  “Tenemos el desafío de incluir más mujeres y disidencias en el mundo tecnológico cooperativo, ofreciéndoles un ambiente ameno, libre de violencias, donde puedan crecer y capacitarse, donde tengan las mismas oportunidades que el resto de sus colegas y se les trate como pares. Además de eso, formar referentas y modelos a seguir en el sector tecnológico que se aparten de la norma para poder motivar a más mujeres y disidencias a seguir carreras de Ciencia y Tecnología. Tenemos también la tarea de contribuir al desarrollo científico y tecnológico nacional a través de soluciones innovadoras que provienen desde empresas autogestionadas, colaborando con colectivos y organizaciones sociales que necesiten nuestros servicios. Tenemos la responsabilidad de transmitir y expandir los valores feministas y cooperativos para un mundo distinto”

 

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