Uno de los objetivos de Facttic es propiciar que cooperativas experimentadas trabajen junto a nuevas cooperativas para ayudarlas a transitar las primeras etapas de trabajo. En esta entrevista, un miembro de Cambá y otro de Cardumen, nos cuentan cómo están abordando un trabajo conjunto y cómo se organizan para escaparle a la lógica de la tercerización. 

Jonathan Katz es socio de Cambá, una cooperativa que tiene la particularidad de haberse creado a partir de dos cooperativas con existencia previa y que cuenta con varios años en el mercado.  Andrés Teszkiewicz integra Cardumen, una cooperativa con poco más de un año de vida. Ambas empresas se encuentran trabajando juntas en un proyecto, de modo complementario. Se conocieron a través de la Federación.

Esta relación se da en el marco de un proyecto de colaboración entre cooperativas que busca compartir conocimiento, tanto técnico como metodológico; fortalecer un modelo común de empresas cooperativas, fomentar a cultura de la colaboración y promover el trabajo asociado. 

¿Cómo es el espacio de intercooperación de Facttic?

– Jonathan (Cambá): Este espacio de intercooperación de la Federación está arrancando. No hay muchas reglas, pero sí algunas: tenemos un acuerdo de trabajo conjunto, que plantea un piso de condiciones sobre las que nos vinculamos, cuestiones de transparencia frente al cliente y de trato entre nosotros, estar al tanto de los contratos en sus cláusulas y montos, no cobrar sobre el trabajo de otro. Todas cuestiones propias de la lógica del cooperativismo.
– Andrés (Cardumen): Para una cooperativa nueva esto es muy bueno porque por lo general en todo inicio del recorrido laboral, cuando te llega una propuesta de trabajo ya pasó por dos escalones en el medio y el pago es muy exiguo. Acceder a un arreglo como el que hicimos con Cambá en un pie de igualdad es mucho mejor. Porque aprovechas la reputación del otro y mientras respondas de modo acorde a la reputación del otro, todos se ven beneficiados.

Brevemente, ¿de qué se trata el proyecto conjunto?

– A: El proyecto busca en bases de datos sobre patentes de diseño en EEUU. Nosotros extraemos los datos, los procesamos y los ponemos accesibles. Hay que bajar una cantidad enorme de datos, luego descomprimir y sobre eso trabajar. 
– J: La cantidad de datos es infernal. Estamos hablando de teras y teras de información que hay que procesar. 

¿Cómo se vinculan ustedes, cuál es el trabajo que están haciendo juntos?

– J : Hicimos un acuerdo de que el trabajo era de un mes y medio. Definimos qué cantidad tenía que hacer cada uno. Era un proyecto del cual habíamos hecho la primera parte y nos proponían continuar por corto tiempo. Así que hablamos con Cardumen, y les propusimos: “Vamos a aprovechar que hay un proyecto de poco riesgo para trabajar juntos y así ir integrándonos al trabajo cooperativo y colaborativo”. Definimos cuántas horas aportaba cada uno y qué tareas iba a realizar cada cooperativa y se lo propusimos al cliente en esas condiciones. Esto nos permite hacer un ejercicio necesario, creo, para las cooperativas de Buenos Aires, que es tener la capacidad de poder gestionar y trabajar a distancia, para poder mediar con cooperativas de otras provincias. Hacer estas experiencias nos parece una necesidad, como proyecto a largo plazo.
– A: Para nosotros terminó resultando como un cliente más, con la ventaja de que tratábamos con un par nuestro en vez de estar tratando con un cliente. Queríamos hacerlo porque también queríamos probar como era trabajar con ellos, integrarnos más con otras cooperativas  de nuestro gremio. Por suerte, estamos llegando a buen puerto.

¿En qué estadio están ahora del proyecto? 

– J: De la planificación te diría que estamos justo en el medio, pero del avance estamos más que en la mitad del proyecto. Desde nuestro lado venimos bien. El cliente está contento.
– A: En ningún momento el proyecto se estancó. Avanzó más rápido de lo que esperábamos, nos complementamos bien. La batuta del proyecto la lleva un compañero de Cambá y todos nos amoldamos a lo que el va coordinando.

¿Qué clase de incubación les hubiera servido cuando empezaron la Cooperativa?

– A: Armar una cooperativa, para alguien sin experiencia ni conocimientos, es muy complejo. Y lo que podes leer no sirve demasiado. Es un proceso meramente administrativo. Después viene la parte de cómo organizar el trabajo hacia dentro. Ahí vendría muy bien una incubación. Hay que formar un Consejo de administración, y ¿cómo creamos ese consejo, cómo nos organizamos, cómo vamos a hacer con los excedentes, cómo vamos a planificar? A la vez, que te den el apoyo, que te acerquen un trabajo, que te ayuden a conseguir un subsidio o algún beneficio del Estado que no sabes que existe, y si sabes que existe no sabes cómo acceder. Yo creo que nos fue bastante difícil encauzarnos. La charla con Leandro Monk de la Federación nos sirvió mucho, lo mismo con la gente de el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. 
– J: La magnitud social de las cooperativas se empieza a ver con el tiempo. El marco que te da para vincularte con un montón de sectores sociales, de grupos y de actividades para desarrollar, sobre todo en innovación, en tecnología. La cantidad de cosas que uno puede hacer cuando agarrás el balance anual y decís “mirá vos, estuve en esta charla, sé esto, y me va a servir para aquello” es súper interesante. Y eso no se ve, no está en los manuales. Se empieza a ver después de un tiempo. Eso sumado a los espacios de trabajo que tiene Facttic, el Instituto Movilizador, con oportunidades, no sé si económicas directamente pero sí de vinculación, de espacios de contención.
– A: Yo creo que más que incubación lo que nos dio Cambá fue como un mentoreo. Nosotros aprovechamos la experiencia de ellos para sacarnos dudas, consultarles cómo resolvieron determinados asuntos y cómo encararon ellos determinadas problemáticas. Nosotros realmente estamos muy verdes como cooperativa y entonces nos empezamos a encontrar con ciertas cuestiones que ellos ya vivieron antes que nosotros. No es una incubación directa pero es lo que necesitamos hoy. Más que que nos digan cómo organizarnos o cómo hacer un plan de negocios lo que tenemos que generar es trabajo, para que todos podamos vivir de esto.

Hablanos de la incubadora de Facttic ¿qué te gustaría que suceda en ese espacio?

– J: La idea es abrir las puertas del mundo cooperativo, sobre todo en lo cultural y social. Empezamos con la voluntad de tener la capacidad de crear empresas, de poder gestionar los trabajos puntuales que nos llegan, y de dar soporte desde lo legal, desde la formación teórica y conceptual. Hoy por hoy estamos emprendiendo otro camino. En esta nueva etapa lo primero que nos propusimos es compartir toda la documentación que fuimos juntando, sistematizarla y poder brindarla a quien la necesite: documentos propios del cooperativismo, más algunas cosas de plan de negocios, de gestión empresarial, cosas de formación propia del cooperativismo y particularidades de las cooperativas de tecnología. 
– A: A nosotros nos hubiera servido mucho tener un espacio físico disponible cuando empezamos a armar las reuniones de trabajo. Tener a alguien cerca para consultar cosas,  “estamos pensando esto, ¿tiene sentido, no tiene sentido?” Eso suma un montón. Yo alguna vez participé con un proyecto mío en una incubación con una empresa tecnológica. Para mí el modelo de incubadora tradicional es un espanto. Me resultó muy poco amigable, como si te estuvieran dando limosna. Y tenes que cumplir con una cantidad de requisitos, competir. Me pareció bastante caníbal

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