Entre el 28 de junio y el 1 de julio se llevó a cabo Comunes, una iniciativa del Goethe-Institut, Minka, El plan C y Cultura Senda, en asociación con el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini y el Club Cultural Matienzo. Se trata de un encuentro internacional de economías colaborativas y cultura libre, dedicado a la “comprensión de los desafíos y debates que la cultura colaborativa tiene por delante y a la construcción de nuevas agendas que permitan posicionar otras economías de la colaboración”.

El debate “El futuro de los trabajadores (y del trabajo)” buscó revisar los desafíos del trabajo en la era de la colaboración y los retos para la sustentabilidad de los movimientos colaborativos y las economías solidarias y cooperativas hoy. Participaron del debate junto a Leandro Monk, Pablo Kulbaba (creador de estufas Hacono), Mariana Fossatti (directora del Centro Cultural online Ártica), Juan Aranovich (emprendedor cultural y director del Club Cultural Matienzo), Jorge Bragulat (director del Posgrado en Economía Social y Dirección de Entidades Sin Fines de Lucro de la UNTREF) y Malena Winer (de la Cooperativa Por Más Tiempo).

Leandro Monk ofreció su visión sobre el trabajo en la actualidad, desde el punto de vista del cooperativismo. “Los trabajadores que nos asociamos deberíamos empezar a concebir el trabajo como algo distinto. El trabajo no son las ocho horas que uno pasa renegando con el jefe, que nos dice qué hacer. Y donde el trabajo seguramente se hace pésimo porque en líneas generales, a los trabajadores no nos escuchan. Porque si de algo podemos estar seguros es de que si pudiéramos participar de las decisiones del lugar de trabajo, podríamos mejorar el sistema. El trabajo es la herramienta que tenemos los trabajadores para cambiar la sociedad. Si trabajamos diez horas en Shell y dos horas por día hacemos voluntariado para limpiar a los pinguinos empetrolados, siempre va a haber pinguinos empetrolados. De esa manera la ecuación siempre da negativa”.

Posteriormente, agregó que “trabajar no es sólo cumplir con el cliente sino es hacer crecer nuestra individualidad, nuestro conocimiento y el conocimiento del que está al lado mío. Para eso están las cooperativas”. Esta idea tiene que ver con el carácter democratico de las cooperativas, que hacen que el proyecto sea resultante de los intereses de cada socio. Eso explica, además, que las cooperativas sean sinónimo de desarrollo local, porque no se deslocalizan nunca. Están arraigadas en un territorio.

Monk planteó, además, la pregunta de ¿quién se apropia del valor que agrega la tecnología? “Hasta ahora, todo el valor que agrega la tecnología se lo quedan las corporaciones ¡Hasta el del software libre! Del precio de la cajita de una licencia el 5% es el trabajo del programador, el 95% es lo que se queda la corporación. Menudo negocio estamos haciendo. Nosotros creemos que deberíamos ser los trabajadores quienes nos quedamos con este valor agregado”.

A moso de cierre, ínvitó a los asistentes a que piensen seriamente en trabajar en cooperativa, “porque en las sociedades del conocimiento, una de las principales disputas que se da es justamente, sobre el conocimiento. Y el conocimiento lo tenemos nosotros. No lo tienen las corporaciones, lo tienen las personas. Entonces, hay que entender que como trabajador cognitivo tengo una herramienta personal, y que si no la disponibilizo en la corporación, lo estoy disponibilizando para la desconcentración. Y una de nuestras certezas es que creemos en el cooperativismo como la principal herramienta para trabajar y disputar en el mercado la desconcentración del trabajo”.

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